La serenidad deshilachada sobre tus manos,
se torna en un fulgor bullicioso cuando me miras
y distraes mis ojos de la observación pasiva
de las horas despiadadas que caen con los años.
Con arrojo ostentas la mirada azul de un tesoro:
prendes el infierno en rojos, el cielo en mil estrellas,
paraíso el mar a tu lado, mi vida tú la llenas
en busca del resquicio último de mi decoro.
Y nunca olvido que sin ti este mi dulce olimpo
se derrumba en mil pedazos de tristeza herida
hasta que me alces y renueves toda mi alegría.
Y siempre río cuando te siento plácido y onírico,
jugando, soñando y acariciando mi alma anudada
por tus dedos que me escriben: estoy siéndote amada.
Yo te lo digo...
Yo te lo escribo...
19.8.06
Nada de sonetos
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario