15.6.06

Treak or treat

¡Pche!

Sorprendente. Y lo encuentro ahora entre mis notas, como si de casualidades se tejiese la vida. A menudas horas...

¿Tenía que ser hoy precisamente?


Perdóneme. Sólo por ser junio. Lo sé, esta noche haré penitencia. Me ataré a una silla y suplicaré cien veces en alto: no volveré a curiosear libros marxistas, no volveré a curiosear libros marxistas... mientras los tobillos enrojecen tratando de deshacerse de la soga, las muñecas repasan un juego de manos con vidrio incluido, trato de soltar la mordaza de los dientes, y mis ojos se derriten observando una caja roja de Nestlé sobre la mesa. Como en las peores películas americanas. ¿He dicho caja roja? Definitivo, es una obsesión, como si no hubiera más bombones en el mercado chocolatero. Quizá reflexione en voz baja, no quiero pensar en la mirada clarividente de los vecinos “normal, ya lo decía yo, mira que salió rara la niña de los peines”, y en su posterior compasión y blandenguería estilo desagües-rosas. Sería insufrible. Soy insufrible. Bueno. Está decidido, pero déjenme –vamos, querida Lady Mirror, hazlo si tienes lo que hay que tener- recordarlo aquí, hoy. A por ello.


Consejos de un ausente, 1917, por Vladimir Ilich Lenin:

1) No jugar jamás con la insurrección y, cuando se empieza, estar bien convencido de la idea de que hay que llevarla hasta el final.

2) Reunir, en el lugar y en el momento decisivo, fuerzas muy superiores a las del enemigo, ya que este último, mejor preparado y mejor organizado, acabaría con los insurrectos.

3) Una vez comenzada la insurrección, es preciso actuar con el máximo vigor, y preparar, cueste lo que cueste, la ofensiva. La defensiva es la muerte de la insurrección.

4) Esforzarse en sorprender al enemigo y esperar el momento en que sus tropas se encuentren dispersas.

5) Conseguir cada día un éxito aunque sea poco considerable –se podría decir “cada hora” si se trata sólo de una ciudad-, y conseguir a cualquier precio “la superioridad moral”.



Unos años después de que Lenin apelase a “la superioridad moral”, un tal Mario Bendetti llegaba al mundo. Menudo nexo más tonto que acabo de utilizar. Como si tuvieran algo que ver ambos hechos. El caso, cualquier excusa serviría de poco para recordar su Hagamos un trato:

“Compañera usted sabe
puede contar conmigo
no hasta dos o hasta diez
sino contar conmigo

si alguna vez advierte
que a los ojos la miro
y una veta de amor
reconoce en los míos
no alerte sus fusiles
ni piense qué delirio
a pesar de esa veta
de amor desprevenido
usted sabe que
puede contar conmigo

si otras veces
me encuentra
huraño sin motivo
no piense qué flojera
igual puede
contar conmigo

pero hagamos un trato
nada definitivo
yo quisiera contar
con usted
es tan lindo
saber que usted existe
uno se siente vivo
y cuando digo esto
quiero decir contar
aunque sea hasta dos
aunque sea hasta cinco
no ya para que acuda
presurosa en mi auxilio
sino para saber
y así quedar tranquilo
que usted sabe que puede
contar conmigo.”


Pues eso. Bellísimo, Benedetti.

Entonces, ¿con qué nos quedamos? ¿Truco o trato?

1 comentario:

Ethaw dijo...

Hoy recorren por mis venas azules la osadía de atreverme a leer dentro de este panteón y una cruz de hierro las páginas de las revueltas y trincheras que han conformado la historia. A los que quisieron vencer mi reverencia, y a esos perdedores con su fango un poema invisible ( nadie se acuerda de vosotros). Reniego de la superioridad moral y de todo su parafernalia y abrazo a Benedetti, uno de mis primeros escritores. Este libro de Borges en mis manos me hace desvariar. Este Inmortal...
Abrazos de fuerte alianza.