2.6.06

Desatando los zapatos

El mosqueo de tu rostro ya presagiaba pulcritud. Porque todo lo hacías así. Sacar las sábanas blancas a la ventana, arrebatarles sus desmanes nocturnos, y, con desdeño, colgar entre tanto la almohada. Malhereusement! Maldita seas, almohada. Eso que somos, eso que el río nos va arrebatando ligeramente: las sábanas. Y las tuyas se las llevó una mañana el viento. Y cayeron al patio trasero, desproporcionado ataúd de mañana. Calladas ellas, contemplando arduamente tu empeño en poner patas arriba todo cuanto tocabas, muy finísimamente, eso sí.

"And yet, and yet... Negar la sucesión temporal, negar el yo, negar el universo astronómico, son desesperaciones aparentes y consuelos secretos... El tiempo es la substancia de que estoy hecho. El tiempo es un río que me arrebata, pero yo soy el río; es un tigre que me destroza pero yo soy el tigre; es un fuego que me consume, pero yo soy el fuego. El mundo, desgraciadamente, es real: yo, desgraciadamente, soy Borges”.

***
Y tú, afinando el olfato entre madreselva y sacacorchos usado, atinaste en mi nariz. Pero eso fue hace meses. Aún conservo aquel olor hiriente de tu ropa, aquella blanca flor que me regalaste, aquel último pijama de barquitos navegantes sobre el que resbalar llegada la noche. Porque no hacemos más que deslizarnos impunemente del pijama, sin piedad ni sofrito, sin tostadas ni Calabrias. Y las aceitunas deshuesadas eran tu quebradero de cabeza, y con ello, el nuestro. ¿Por qué sustraerle el corazón a una aceituna? ¿Y por qué robárselo a una persona, si tú eras tan dulce y delicado? Malvasía y azul cyan. Ahí te quedaste.

El balcón ya no habla. Taciturno y entregado al fulgor pasivo de la calle, de otro y para otro. Todo se va deshaciendo entre polvo gris y pólenes excusados al abrir la ventana, y con el todo: tu vida. Y lo que tu vida me era, lo que siempre me ha sido: recuerdos espumosos. Que corrían por el agujero junto al agua. Neblina alcanzada. And yet, and yet. Sábanas blancas arrasadas, como un campo de batalla en el que ahora yace el tiempo, sin final. El mundo es real. Ce n´est pas possible! Y yo sin escucharte. Y yo sin reconocerte. La almohada cambiara las cosas de ahora en adelante. Cuando tus zapatos impolutos salgan solos a la calle...
Fotografía: Golden Clock, Harvard Hall (Steven Pinker)

1 comentario:

Ethaw dijo...

Sólo puedo recordar entre estos fantasmas ( bueno, a decir verdad creo que son sábanas porque los fantasmas no existen no?)la figura incompleta de ti cuando anunciabas el nuevo día al abrir la ventana de par en par. Y como te digo yo a tí que mi habitación hace tiempo que no tiene ventanas. Vivo solamente de luz artificial.
Abrazos como todo el pasado que me viene de golpe.