Somos tiempo, somos relojes, nada más.
Somos viento que llega, corre y se va.
¿Qué más?
Somos agua, sin río y sin mar.
Somos piedras trastocadas y perdidas.
Incienso a ratos, nubes y platos rotos.
Somos recuerdos de un solo hogar.
¿Qué más?
Cuerdos mudos ciegos raros,
somos vagas sombras pintadas en un muro.
Calcetines usados y acurrucados en la moqueta.
Somos cuerpos blancos desnudos sin sed.
¿Qué más?
Somos almas viejas en un mundo nuevo.
Somos mundos deshilados sobre
los escombros del día.
Somos huida en el hilván de un pantalón.
Somos cucharas aparcadas, tenedores oxidados
en medio de la sopa.

¿Qué más?
Somos noches vanas, agujeros,
trucos, fiebres, desmanes, somos silbidos.
Somos cubos de arena bebiendo olas,
y pérfidas olas cubriendo nuestros castillos.
¿Qué más? ¿Qué quieres que diga?
Somos silencios sostenidos sobre el compás.
Aspirados, carcomidos, deshinchados, podridos.
Somos ruido, masas, alfileres parlantes.
¿Qué somos?
Pies alzados y brazos inmóviles,
Sin voz sin voto, sin más que un claxon roto.
Olvidados intermitentes sin rueda ni ejes.
Somos manos tristes con un pañuelo blanco.
Somos un pañuelo blanco que llora y ríe.
¿Qué somos?
Somos, pues, todo lo que Nadie dice ser.
Eso que nadie es, eso somos al amanecer.
1 comentario:
Algo así como todo lo que callamos en esos atardeceres somos, la más efímera sombra detrás de los cristales de ese autobús que se va para no volver.
Muchas gracias por tu comentario. Abrazos desde la lejanía.
Publicar un comentario