“¿Hola? ¿¡¡¡Hoooola!!!? Nada. A ver... ¿Hay alguien ahí? ¿Eco? ¿Eco, eeeecooo? Pues va a ser que no. Ni un alma, oye. Ya se han largado todos al cine y me han dejado a mí solita aquí, en casa, de noche. Qué cosas...
Con todas las luces apagadas salvo una, la lamparilla del salón. Menos mal que se acordaron de mi miedo a la oscuridad. Y venga con la idea esa de ir a ver la película... Pesados que son. ¿Qué tendrá esa película para que se hayan ido los cinco juntos a verla? Y, claro, si al menos mamá y papá fueran con frecuencia al cine... Y, jopé, irse todos mis hermanos con ellos... ¡eso sí que se las trae! Como si no tuvieran otra cosa que hacer. Al menos, podían haberse quedado cuidando de mí. Cómo se nota que invitaba papá. Pues nada... Ale. Al cine todos...
¿Y... ¡ahora qué demonios hago yo!? Éstos se han pensado que dormiría toda la noche por arte de magia y mientras tanto podían estar tan tranquilos. Pero no se les ocurrió cerrar la puerta de casa despacio y con cuidado; se van y... ¡plom! ¡Despiertan a todo el vecindario! Espero que me hayan dado un beso de despedida, seguro que mamá y papá sí, ellos siempre se acuerdan de entrar en mi habitación mientras duermo para arroparme. Pero, ¿y el resto? Estarían ocupados con su gomina y su barba y sus cazadoras y sus vaqueros y sus estudios y... sus cosas.
A todo esto, ¿cómo se llamaba la película? Era... ¿la lista de quién? Nada, ni idea.... Alguien mencionó algo sobre una lista. Y me dijeron que yo no podía ir porque era de mayores. Pues estoy apañada. Ni siquiera sé qué han ido a ver. Seguro que había pistolas y sangre y muertos y persecuciones, y por eso me han abandonado aquí a mí sola... Como ellos sí que pueden ir... Qué suerte tienen. Yo quiero ser mayor. A ver si crezco rápido para poder ir al cine a ver pelis chulas... ¿Y si me pasa algo ahora? Espero que no. Ufff, nonono, quita, quita. Vaya problemón. No hay nadie a quien avisar. Nada, nada. Total, es un ratito nada más. Seguro que vuelven pronto... No tardarán mucho. Tú tranquila, no pienses eso que no pasa nada. Seguro. No pienses. Olvídalo. Los fantasmas no existen. No, no y no. Ni brujas ni nada. Además, puedo encender todas las luces de casa para que parezca de día... No, qué tontería, ni siquiera hace falta. Soy valiente. Soy valiente. Soy mayor. Me cuido sola. Todo controlado. Voy a pensar en otra cosa...
...Soy la princesa del palacio. Eso, soy una princesa que vive en su palacio. Y es la dueña de toooodo el país. A ver...
Vaya, qué silencio. ¿Hola?... Uy, qué miedo. A ver si hay alguien escondido detrás de esa puerta... ¡Anda! Pero si no hay nadie en casa..., ¡entonces puedo comerme tranquilamente un cacho de la tarta de manzana que preparó mamá! ¡Qué guay! Toda para mí. ¡Sí! Al fin. Así no se enterarán de que he sido yo. Además, si ellos se van al cine, ¿acaso no tengo yo derecho de poder divertirme? Podría poner música. Pero..., y si vienen de repente y me pillan... Ummm, piensa algo... Rápido.
¡Ya! Me como la tarta y me voy a la cama de nuevo. Eso. Si imagino que ellos están conmigo, no tendré miedo y me dormiré. Mejor aún, voy a enchufar la tele, y con el ruido del telediario de fondo será más fácil imaginarme que están juntos en la sala y no se han ido a ningún lado. Como todos los días. O... ¡la cinta de U2 en el equipo de música! Así parece que mi hermano está estudiando en la habitación de al lado. Y puedo bailar. ¡Guay! Aunque antes podría ir a buscar a mi osito Mike y le leo un cuento. Afortunadamente, él no ha tenido la ocurrencia de ir esta noche al cine...”
1 comentario:
De las dos caras de la soledad siempre miro la más bella...
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