29.8.06

Tardes...

SPINOZA


"Las traslúcidas manos del judío
labran en la penumbra los cristales
y la tarde que muere es miedo y frío.
(Las tardes a las tardes son iguales.)
Las manos y el espacio de jacinto
que palidece en el confín del Ghetto
casi no existen para el hombre quieto
que está soñando un claro laberinto.
No lo turba la fama, ese reflejo
de sueños en el sueño de otro espejo,
ni el temeroso amor de las doncellas.
Libre de la metáfora y del mito
labra un arduo cristal: el infinito
mapa de Aquel que es todas Sus estrellas."



J. L. BORGES (EL OTRO, EL MISMO)




Las tardes a las tardes son iguales... ¿Qué guía al maestro Borges a afirmar que esas tardes son iguales a las otras, a las de siempre? Se han agotado las diferencias, la plenitud que reside en lo especial y recordable: miedo y frío. ¿Pero acaso quiere decir que el agarrotamiento invernal es monótono? ¿O lo es la vida de pulidor de lentes en su oscuridad inalterable ni tan siquiera por la luz?


Son las Tardes, las destacables, la recordables, las especiales, las marginales, son éstas preciadas, brillantes, impactantes, bellas, son las que permanecen grabadas en nuestra fatídica memoria de humanos, cuidadas, distinguibles y valiosas. Y otras tardes despreciables, las de siempre, las tardes similares, las minúsculas, inapreciables sus bríos y borrados de cualquier recordatorio o especialidad, de cada muestra de aprecio y condescendencia que la memoria tenga para con nosotros y el pasado en nuestras vidas. Esas tardes ya no están, se fueron vividas en su momento, y nada nos impediría desconfiar de su verdadera realidad pues nada queda ya de ellas en nuestro cuerpo. De sueños en el sueño de otro espejo...


Es en las Tardes donde habita el poema: el secreto más preciado de todo verso. El del erotismo, el atractivo del cada-instante-un-instante-distinto-al-anterior, nunca repetidos, siempre paradisíacos, que requieran de exploración continua, rutilantes, extenuantes: bellos. Si las Tardes son asimiladas como esas tardes, los recuerdos desaparecen, y uno con ellos: nada somos. Nada queda sin Tardes. Nada queda sin belleza.

...

Ach´waren alle Menschen wijs

En wildenn daarbij wel´ De Aard waar haar eèn Paradijs

Nu isse meesteen Hel

("¡Ay!, si los hombres fueran sabios y también buenos, la Tierra sería un paraíso, mas es un infierno")

Ilustración: Escritorio de Spinoza, Rinjsburg (Holanda)

4 comentarios:

VICTRIX dijo...

Me he tomado la libertad de disfrutar de un pequeño receso para comentarle a usted que siempre me ha resultado interesante la idea determinista que plantea Spinoza ya que es lo suficientemente poderosa como para cuestionar nada menos que la libertad del ser humano, que no es poco –porque supongo que se refiere a Baruch Spinoza, pues es lo único que consigo relacionar con el título de su escrito, con Rinjsburg-Holanda y con Borges, gran admirador suyo y que creo que le dedicó un segundo poema– No son pocas las veces que me he preguntado si todo es así porque debe serlo, esto es, producto de las leyes naturales o de la voluntad de Dios, como se quiera, pero en todo caso independiente de la voluntad del ser humano que no es sino otro ser en éste “todo” mecanicista que hace que nuestros actos simplemente sean determinados por la combinación adecuada de los elementos naturales y no por nuestra voluntad y libertad. Y es que, aunque se llegase a demostrar la existencia del Universo desde presupuestos científicos, el problema no se resolvería en absoluto ya que únicamente sustituiría a Dios por una explicación científica, pero no explicaría si somos realmente libres. Ésta idea va más allá si cabe del debate sobre creencia o no creencia y de confirmarse nos convertiría en simples marionetas de tal suerte que careceríamos de voluntad y libertad, con la consiguiente ausencia de responsabilidad que adquirían nuestros actos y la tristeza que supondría sabernos presas amorales de nuestra propia condición de seres naturales. Por suerte o por desgracia a medio plazo nunca llegaremos a obtener respuesta a ésta duda existencial. Y no crea, yo lo agradezco, porque quiero ser libre, incluso de cometer errores a pesar de que éstos ya no tendrían una excusa mecanicista. ¿Qué opina usted?
P.S. En cuanto a la frase con la que cierra, he de reconocer que yo no creo en la bondad humana.
Un saludo.

Ninguno dijo...

Antes de nada, perdone el entremés que me he tomado para contestar a su respuesta, pues entre pitos y flautas, ni siquiera he tenido tiempo de reflexionar sobre su muy concienzudo comentario, el cual una vez más le agradezco, porque hace que verdaderamente estos pequeños desvaríos míos faltos de coherencia y sabiduría toman relevancia y valor con usted.

Así es, Baruch Spinoza, de quien tomé el título de este blog por esa espléndida y lúcida cita suya que retomo de memoria ahora: "humanas acciones non ridere, non lugere, neque detestari; sed intelligere", se merecía al menos por mi modesta parte muchas lecturas y alguna que otra reflexión que ni por asomo aspiran a ser tan merecibles como su pensamiento exige. Pues ya ve que me he limitado a cortar y pegar uno de los que considero mejores poemas de Borges, la cita que está en la placa de la que era residencia de Spinoza en Rinjsburg, y un intento por encontrar el significado del verso que para mí es más significativo de ese poema ("Las tardes a las tardes son iguales").

En cuanto a su reflexión, poco puedo añadir puesto que usted lo dice ya todo. Estoy completamente de acuerdo con la idea que plantea. En un esfuerzo por construir mi opinión, pienso que nuestra condición de seres humanos es inherente a la condición de esclavos, o al menos, de presas atrapadas por ese "todo", que incluso está en nosotros mismos. ¿Sería un ejemplo la corriente de agua de un río en el que, pececitos nosotros, no podemos sino dejarnos llevar e involucrarnos en lo que el río nos da porque no tenemos más posibilidad que esa? Y, sea una creencia o sea un método ciéntifico quien lo asegure (y no hay poca diferencia entre ambos hechos, unos cuantos de siglos para empezar), de poco o nada nos serviría, pues dudo mucho que podamos ser libres en el sentido que la libertad plena confiere, pues en ese caso habríamos de dejar de ser personas. Quizá como pura satisfacción o complacencia, el contento del tonto. Así pues, la libertad de la voluntad o fatum nietzscheano, no es nada al lado de la estricta dependencia que un pez tiene en su río. Es como yo lo veo, aunque disculpe si no he logrado entender su razonamiento, o el significado de su reflexión.

En cuanto a la bondad, yo tampoco creo en ella si de humanos hablamos, pues si de algo estoy segura (y ya llevo un tiempo comprobándolo) es de que el ser humano es malo por naturaleza. Todo lo que de bondad haya o parezca haber, es superficialidad y apariencia (doble maldad). Pero es precisamente lo que pienso que Spinoza asume ya en esa cita: el mundo es un infierno. Todo lo contrario de lo que, estamos seguros, desearíamos que fuera (por imposible).

Reciba un saludo dominical, y gracias por su aportación (ésta, indiscutiblemente brillante).

VICTRIX dijo...

No se subestime usted porque sus desvaríos no sólo son de gran coherencia y sabiduría sino que además plantean interrogantes realmente interesantes sobre los que no suelo tener ocasión de discutir habitualmente. Sepa también que no es para nada necesario que agradezca mi presencia y mis aportaciones en este otro blog ya que es algo que hago gustoso y que me satisface en gran medida tanto por el interés que me suscita como por comprobar que es usted una muestra más de que la juventud actual no está del todo perdida a pesar de la gran abundancia de necios y majaderos que son la mejor representación a nivel social de lo que acertadamente me comenta acerca de la corriente y el río. Tómelo como un cumplido de alguien a quien no le gusta ni halagar ni ser halagado gratuitamente y sin fundamento.

Veo que le llama a usted la atención la figura de Spinoza, lo cual me satisface por considerarlo un filósofo que siempre nadó contracorriente y que llegó incluso a ser expulsado de su comunidad. En ese sentido le honra su valentía a la hora de mantenerse fiel a sus ideas y convicciones. Es una pena que en los escasos estudios de Filosofía que nos imparte la LOGSE (ese horror hecho ley) se pase de puntillas por filósofos tan interesantes como el aquí mencionado y al que teníamos que acercarnos (una vez más) desde nuestra propia curiosidad. Desde que tuve conocimiento de su persona he de reconocer que siempre me llamó la atención la idea determinista que le planteo en mi razonamiento y que ha logrado entender perfectamente. (¿Acaso lo dudaba?)

Comparto la idea que plantea en su reflexión, la cual es mucho más brillante y certera que la mía ya que no había pensado en el ejemplo del río que se manifiesta como cierto porque nuestra voluntad también depende de la de muchos otros. No obstante me resulta muy complejo el asunto porque, aunque sea de la opinión de que todo viene determinado y de que nuestra voluntad no es en el fondo más que una manifestación más de ese determinismo, también es cierto que el ser humano se siente a sí mismo como libre en lo que puede ser al mismo tiempo un autoengaño fruto de nuestra percepción cotidiana y práctica de la realidad. Esto es, “yo estudio si quiero” Pero puede, como ya comentaba, que ese discernimiento y la decisión de hacer un acto o no también nos venga determinado.

La bondad. Veo que se disputa usted conmigo el puesto por ser la persona más pesimista cuanto menos en este país. No, yo tampoco creo en la bondad humana ya que esta suele estar supeditada al egoísmo y al sentimiento de propiedad y no hay más que echar un vistazo a la prensa o a los propios compañeros para constatar este hecho. No se lo que usted creerá sobre esto pero yo diría que incluso cuando somos bondadosos y amables con otra persona (y me refiero en esta ocasión a una amabilidad desinteresada) en el fondo se esconde un sentimiento de egoísmo, un deseo de temer perder a alguien al mismo tiempo que se le quiere, pues una cosa no obsta de la otra. Estaríamos ante una sutil combinación de bondad sana y egoísmo propio.

Por cierto, no debe disculparse por la tardanza, pues ya me ha comentado usted que tan sólo ha vencido una parte de sus compromisos académicos, para los cuales, dicho sea de paso, le deseo que tenga suerte auque estoy seguro que no le hará falta.

Un saludo.

P.S. Lamento extenderme tanto en mis opiniones.

Anónimo dijo...

A mi parecer puede que de los mejores racionalistas con Descartes y Leibniz.