24.8.06

Llueve

Llueve que no llueve
sobre un suelo mojado húmedo está el aire:
aire endiablado que mudo aguarda
la tempestad que no llega,
el rayo que no cesa.
Llueve y no llueve en el jardín adoquinado.

Lloviendo está,
pero del cielo anubarrado sólo cae melancolía,
oscuridad, penumbra, juego de nubes y luces,
tenues días con sombra de cuerpos habitados
y arremolinados,
tibios susurros que brinda la mañana,
dormido está el vivir ya deambulando.

Llueve y no llueve,
—¿por qué la vida y la muerte corren tan deprisa?—
la lluvia y el sol juegan sin miedo,
la sequedad cercana y la humedad lejana
se abrazan trémulas a la brisa de viaje ciego.
Lágrimas fieles caen ya por el cálido hoyuelo.

Llueve que no llueve,
la batalla de un sol destronado,
de nubes alzadas en vano y viento prófugo,
abandonados,
se libra entre cuatro paredes de papel
y una ventana de ladrillo opacado:
lluvia y sol, soplan bufidos, chisporroteos,
y un murmullo cae del cielo engalanado.

Llueve tanto que no deja al sol llover.
Mas en este campo de calles trazado,
de calles empapadas con agua rosicler,
anudadas con trechos adoquinados,
de torpes cobardías,
mustias travesías,
reacias cortesías,
perezas cotidianas
y huidas baldías,
el sol siempre gana,
siempre luce una sonrisa a mediodía..






Ilustración: "Hradní schůdky" (1927), de Jan Lauschmann

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