26.12.05

Huida

Me invade este letargo, de un alma sin vida,
de un ser sin huida, sabiéndome extraviada,
sin confín, tras el huero y servil papel.

Esquinas inertes, penetran sus siluetas y
adormecen en mi mente; líneas ilógicas
parpadean ya sin dueño, resuenan en duelo.

Bajo la penumbra, la pluma avanza, turba,
galopa encendida; su luz hiela, no calma,
se hace eterna; bello piélago, tan infinito.

Huir de mis ideas se hace eterno,
mas su herida en el pliego, en el papel su tinta,
tornaba mi escapada en ardua desazón.

Juego de espejos, juego de puertas,
la sombra de la pluma ahuyentaba pues,
destello alguno de sensatez, sólo vahídos.

Sólo herida, sólo dolor, sólo lágrima,
Ya quedarán ruiseñores de la mentira
Quienes alcen templos, alaben chulescos la risa.

Cadenas deben ser ahora hoja y tinta, eso sólo,
mármol en ristre, esclava de lirios que envisten,
como daga, hieran, den muerte a todo cuan disten;
en este recorrido imposible, la luz sólo es muerte.

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