5.12.05

Amaneciendo...

...Comenzaremos la singladura de "Sed intelligere..." dando la bienvenida a los pacientes lectores que se aventuren a explorar por aquí. La intención de construir este rincón viene a resumirse en unas palabras que se escribieron hace más de un siglo, en la Rusia nevada:

"¿De qué puede hablar un hombre honrado con más placer?
Respuesta: de sí mismo. ¡Por lo tanto, voy a hablarles de mí mismo!"

(Fedor Dostoyevski, Memorias del Subsuelo)


Así que, con el deseo de escribir y dejar constancia en algun lugar de este mundo, todo aquello que a una joven errante le puede ocurrir en su vida cotidiana, comienzo hoy el viaje.

Y que mejor forma de estrenar este blog que recordando dos maravillosos poemas de Jorge Luis Borges. Sean pues, los siguientes poemas, dedicados a los lectores que con estas líneas se entrecrucen próximamente:


SOY

Soy el que sabe que no es menos vano
que el vano observador que en el espejo
de silencio y cristal sigue el reflejo
o el cuerpo (da lo mismo) del hermano.

Soy, tácitos amigos, el que sabe
que no hay otra venganza que el olvido
ni otro perdón. Un dios ha concedido
al odio humano esta curiosa llave.

Soy el que pese a tan ilustres modos
de errar, no ha descifrado el laberinto
singular y plural, arduo y distinto,
del tiempo, que es uno y es de todos.
Soy el que es nadie, el que no fue una espada
en la guerra. Soy eco, olvido, nada.

J. L. Borges


LECTORES

De aquel hidalgo de cetrina y seca
tez y de heroico afán se conjetura
que, en víspera perpetua de aventura,
no salió nunca de su biblioteca.

La crónica puntual que sus empeños
narra y sus tragicómicos desplantes
fue soñada por él, no por Cervantes,
y no es más que una crónica de sueños.

Tal es también mi suerte. Sé que hay algo
inmortal y esencial que he sepultado
en esa biblioteca del pasado
en que leí la historia del hidalgo.
Las lentas hojas vuelve un niño y grave
sueña con vagas cosas que no sabe.

J. L. Borges

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